¿Acaso el inglés de Miami es un dialecto?
El estereotipo de cómo hablan muchos miamenses implica un ritmo cantadito con una “L” muy sonora y una generosa pizca de espanglish. Pero ¿y si el lenguaje conversacional del sur de Florida fuera algo más que un acento animado? ¿Y si fuera un dialecto regional distinto del inglés estadounidense?
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Phillip M. Carter, profesor de lingüística de la Universidad Internacional de Florida, asegura que ya lo es. Le llama “inglés de Miami” y se ha propuesto eliminar el estigma que lo rodea.
“Quizá sea la situación bilingüe más importante del continente americano en la actualidad”, afirmó Carter.
Más de 60 años de inmigración constante de países hispanohablantes han influido mucho en el sistema vocálico del inglés local (los habitantes de Miami suelen hablar inglés con sonidos vocálicos del español), la estructura gramatical y el léxico. “El inglés influye en el español, pero el español también influye en el inglés”, explicó Carter.
El resultado es una versión del inglés tan digna de reconocimiento como otros dialectos aceptados ampliamente, señaló Carter, como los que se hablan en Nueva York o en el sur de Estados Unidos.
“La gente está muy cansada de que le digan que está equivocada y de que la corrijan”, comentó Carter, y añadió que “esas diferencias lingüísticas son una parte fundamental de la identidad de las personas”.
En su estudio más reciente, Carter y una coautora, Kristen D’Alessandro Merii, plantearon que décadas de exposición al español, que con frecuencia parece ser el idioma dominante de Miami, han originado frases habladas y entendidas incluso por hablantes nativos del inglés que no dominan el español. (Carter calcula que quizá en la mitad de los hogares del condado de Miami-Dade se habla algo de español, aunque en los vecindarios predominantemente hispanos esa cifra puede superar el 90 por ciento).
Esas frases, traducidas del español, se conocen como calcos. Por ejemplo: Get down from the car (bajarse del carro), en lugar de get out of the car, que sería lo correcto en inglés; make the line (hacer la fila), en lugar de join the line (que sería más cercano a “fórmese en la fila”; o she recommended me this (me recomendó esto), en lugar de she recommended this to me, que sería lo adecuado en inglés.
John me recomendó esta película.
“El inglés de Miami está lleno de este tipo de expresiones y no solo en el habla de los inmigrantes, donde esperarías encontrarlas”, aseveró Carter. “Estas expresiones se transmiten y se incorporan en el habla de los angloparlantes nativos”.
Andrew Lynch, lingüista de la Universidad de Miami que ha realizado investigaciones con Carter, calificó de “hipótesis persuasiva” el argumento de que el inglés de Miami es un dialecto (que va más allá de un acento y hace referencia a una manera de hablar que abarca todo, incluyendo pronunciación, gramática y vocabulario).
“No estoy del todo convencido de que estemos en ese nivel en este momento”, dijo Lynch. “Creo que ahora mismo estamos más en la fase de un sociolecto”, que se refiere a la manera de hablar de un grupo social determinado.
Después de conseguir mis víveres, hice fila y pagué.
En este caso, el grupo estaría formado por hispanohablantes de segunda y tercera generación para quienes el inglés es el idioma dominante, agregó. Es posible que otros miamenses (afroestadounidenses, haitianoestadounidenses, inmigrantes de Nueva York o del Medio Oeste) no hablen de la misma manera.
“Bien podríamos estar presenciando algo que se expandirá”, agregó Lynch. “Dependerá mucho de factores demográficos, y creo que hasta de qué punto el español continúa siendo hablado por, digamos, la cuarta y quinta generación”.
Antes, los miamenses blancos hablaban más parecido a otros sureños blancos, pues pronunciaban Miami como “mayámah”. Esto empezó a cambiar tras la revolución cubana de 1959, con la llegada de oleadas de inmigrantes provenientes de Cuba y otros países latinoamericanos, y la partida de las personas blancas no hispanas.
En su mayoría, esos inmigrantes eran hispanohablantes de clase alta y media, lo que ayudó a establecer el español como un idioma fuerte y relevante, comentó Lynch. “En la actualidad, Miami es la única gran zona urbana de Estados Unidos donde el español no está relegado principalmente a los niveles socioeconómicos más bajos”, explicó.
Carter es un evangelista inusual del inglés de Miami. Se crió en Carolina del Norte y habla español con acento castellano, más madrileño que miamense. Sin embargo, su investigación ha recibido elogios entre los habitantes del sur de la Florida que sienten que ha validado su experiencia.
Manejamos en el garaje, salimos del carro y entramos.
Ana Menéndez, colega de Carter en la Universidad Internacional de Florida, quien ha escrito sobre cómo su generación mezcló el inglés y el español en la década de 1980, dijo que muchos hijos de inmigrantes como ella aprendieron un “orden jerárquico” social con los hablantes nativos de inglés en la parte superior, algo que se ha flexibilizado con el tiempo, para su alivio. (Sin embargo, sus propios padres enfatizaban la importancia del español e insistían en hablarlo en casa).
“Podemos ser muy estrictos con las reglas”, dijo, “pero en verdad, el lenguaje es una herramienta dinámica, en constante cambio y evolución, que adaptamos a nuestros propósitos”.